Comenzó la siembra de trigo 2025/26 en Argentina con buenas perspectivas: más superficie estimada, buena relación insumo/producto, perfiles recargados y un empujón oficial. ¿Cuál es el contexto para la campaña fina este año? ¿Cómo asegurar el éxito de la implantación?
Con más superficie, más agua, y menos retenciones, la siembra de trigo 2025/26 suena prometedora.
En los últimos días, y con cierto retraso provocado por lluvias persistentes en algunas regiones, se puso en marcha de manera formal la siembra de trigo correspondiente a la campaña 2025/26. A pesar de la demora, las expectativas son positivas: las principales estimaciones coinciden en que habrá una expansión tanto en el área sembrada como en el volumen producido, luego de varias campañas marcadas por restricciones climáticas y económicas.
En términos generales, se espera un incremento de superficie de trigo cercana al 6,2% lo que se traduciría en unas 6,9 millones de hectáreas, es decir, un crecimiento de 400.000 hectáreas interanuales (Fuente: Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, informe mensual de mayo). Este impulso que recobrara el trigo luego de varias campañas de retracción, iría en detrimento del área de cebada, con un recorte del 5,9% respecto a la campaña previa.

Detrás de este nuevo impulso para el trigo se destacan tres factores clave. Por un lado, una buena relación insumo-producto, con precios del trigo firmes y costos de fertilizantes más estabilizados respecto a años anteriores. Por el otro, y quizá más determinante aún, la abundante humedad en los perfiles del suelo, producto de las lluvias otoñales que dejaron condiciones muy favorables para una implantación exitosa. Adicionalmente, el anuncio oficial de que la rebaja de retenciones que comenzó en enero continuará después del 30 de junio para el trigo y la cebada, apalanca las decisiones de siembra de los productores.
Clima: entre la cautela y la esperanza
Desde el punto de vista climático, el panorama presenta signos más alentadores que en campañas anteriores. La finalización de un ciclo de sequía prolongada y la transición hacia una fase más neutral del fenómeno ENSO (El Niño/Oscilación del Sur) ha generado expectativas moderadas de mejores condiciones hídricas para el invierno.

Las perspectivas climáticas para el trimestre mayo-julio indican una continuidad en los aportes de humedad a lo largo de la ventana de siembra, lo que podría beneficiar el desarrollo del cultivo. Sin embargo, hasta el momento, los técnicos coinciden en que las lluvias previas a la siembra han sido dispersas y desparejas, y en algunas regiones persiste un déficit en el perfil de humedad. Esto obliga a tomar decisiones de manejo tanto para ajustar la fecha de siembra como para la correcta elección de variedades y ciclos.
Dado este panorama, los productores deben considerar las condiciones específicas de su región al planificar la siembra de trigo. En zonas con excesos hídricos, será crucial esperar a que los suelos se drenen adecuadamente antes de sembrar, para evitar problemas de implantación, o en algunos casos, se podrá optar por retrasar la siembra para asegurar una correcta emergencia. También es prudente considerar acortar los ciclos de las variedades de trigo en la medida que el clima demore las labores. En cambio, en regiones con buenas reservas hídricas, se recomienda aprovechar las condiciones actuales para avanzar con la siembra, siempre monitoreando las previsiones climáticas y ajustando las prácticas agronómicas según sea necesario.
Técnica y manejo: claves que no se pueden negociar
Más allá de lo macroeconómico y climático, los principios técnicos siguen siendo el eje de una siembra exitosa. Entre los puntos críticos que destacan los especialistas están la correcta elección de variedades, el control de malezas, la fertilización adecuada, la puesta a punto de toda la sembradora, y el manejo sanitario del lote.
En primer lugar, elegir cultivares adaptados a la zona, con buen perfil sanitario frente a enfermedades como roya anaranjada, roya amarilla y mancha amarilla -las más prevalentes en la región pampeana-, es una decisión clave. Asimismo, el éxito de una buena implantación y establecimiento de plántulas dependerá también del control anticipado de malezas resistentes -como rama negra o yuyo colorado- y del logro de un barbecho químico eficaz que asegure lotes limpios y reduzca la competencia inicial.
Respecto a la fertilización balanceada, se sugiere siempre realizar análisis de suelo y ajustar la dosis de nitrógeno, fósforo y azufre acorde a las necesidades del cultivo. La optimización del momento y la forma de aplicación también son manejos esenciales para evitar pérdidas de productos, fitotoxicidades y maximizar la eficiencia de principios activos.
Es fundamental la calibración de la sembradora, de ello dependerá lograr una distribución homogénea de las semillas, con buena profundidad y contacto con el suelo. Los errores de siembra no se corrigen más adelante.
Y por último, pero no menor, no olvidarse del manejo sanitario inicial. Controlar insectos como pulgones y prevenir enfermedades desde las primeras etapas con monitoreo activo y tratamientos de semilla eficaces también forma parte del paquete tecnológico indispensable. Para ello, numerosas funcionalidades de SIMA aportan agilidad y eficiencia al trabajo de campo, que luego es extrapolado al trabajo de gabinete y al seguimiento del cultivo a lo largo de todo su ciclo hasta la cosecha.
En resumen, mientras que el clima es el factor que no podemos controlar, la clave para esta campaña 25/26 estará en la adaptabilidad y en la toma de decisiones informadas por parte de los productores para maximizar el potencial de rindes en los trigos argentinos.
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