Ser colaborativos, la respuesta a la sobreinformación

Estamos sobreinformados, y ya no podemos seguir culpando (solamente) a los medios masivos de comunicación. A diario, obtenemos una notificación distinta desde cualquier aplicación de cualquier dispositivo, que nos recuerda que debemos tomar una acción: aplicaciones que nos informan sobre un nuevo descuento en delivery de comidas, el cual suele ser sólo por hoy, ya que justo hoy es el día del descuento inesperado, aunque por suerte pareciera ser no dejará de serlo mañana.

Tenemos aplicaciones hasta para que nos recuerden cuándo debemos tomar un vaso de agua, porque estar en modo automático todo el día, nos aísla de nuestra realidad que creímos habíamos aprendido prácticamente desde que tenemos uso de razón: debemos tomar agua para sobrevivir.

Notificaciones, notificaciones, notificaciones. Nuestro celular nos recuerda que necesitamos reaccionar frente a cada nuevo impulso que nos libera. Lo dicho: la sobreinformación, y en este caso la sobre-llamada a la acción, agobia.

Cómo sobrevivir a la sobreinformación

Encontrar nuestra fuente de información fidedigna, podría graficarse como la bolsa de oro al final del arco iris. O quizás, será cuestión de empezar a pensar de forma colaborativa, para que precisamente no nos ahoguemos en un océano de información (de 1 mm de profundidad).

El trabajo colaborativo nos permite intercambiar ideas con nuestros colegas, en donde pueden intervenir incluso desde diversas áreas, con distintos enfoques y soluciones a un problema. Estos nuevos enfoques nos pueden ayudar a optimizar los recursos, o aumentar la productividad, reduciendo algunos errores, minimizando amenazas y potenciando el valor de los resultados obtenidos.

El agro vive hoy un auge en cuanto a soluciones que facilitan el intercambio de información: según INTA Manfredi, sobre más de 1000 encuestados, 8 de cada 10 productores utilizan alguna aplicación, de las más de 100 que hay disponibles en Argentina. 

Pero ¿cómo sabemos que la herramienta digital que estamos sumando, realmente nos ayuda a validar nuestros datos y no estamos cayendo en una nueva sobreinformación? Simple: el secreto está en la calidad de los datos, y la forma de obtención de los mismos.

Las herramientas que facilitan la carga de datos de forma primaria, son las que deberían, por su mera mecánica de existencia, representar la mayor fidelidad de los datos: nadie cargaría un dato propio de forma errónea, porque todos quisieran tener su propia base de datos con la mayor franqueza posible.

La sobreinformación, está en todos lados. La información está en la calidad de los datos.

¿Ahora, qué puede aportarnos el trabajo colaborativo?

El valor de compartir la información nos permite una fuente de datos común a partir de la cual se puedan tomar todas las decisiones, para eliminar la confusión o la interpretación inexacta de fuentes externas. 

De esta manera, podremos identificar oportunidades para mejorar la eficiencia, dotando a nuestra toma de decisiones de argumentos mucho más sólidos.


Vamos al ejemplo, concreto: SIMA permite recibir notificaciones ante alertas zonales. Esto es, alguien a menos de 20 kms a la redonda activó una alerta sobre maleza, plaga o enfermedad, y automáticamente nos notifica sobre la gravedad del mismo. 

Esta alerta, nos da un margen de acción que nos permitirá prevenir que se desate alguna pandemia que se haga extensiva sobre nuestros cultivos. La salud de los cultivos, nos concierne a todos, y entre todos la estaremos trabajando para cuidar nuestros campos. Si algo podemos aprender del extraño contexto que estamos viviendo, es empezar a tomar este tipo de actitudes.

Todos sabemos que nuestra información tiene un valor, pero aún no sabemos qué tan alto o por qué. Quizás, sea momento de comenzar a pensar en los datos de forma global y anonimizada: información del mercado disponible para nosotros gracias a la interacción de todos los actores, de forma fidedigna, por pares, que no revelan su identidad. Quizás informarnos entre nosotros, sea la mejor manera de hacerle frente a la sobreinformación.