Chicharrita del maíz: ¿encendemos las alertas?

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Monitoreos recientes de usuarios de SIMA confirman la presencia de la plaga de chicharrita, Dalbulus maidis, en la región NEA, y revelan focos hallados en la región núcleo. ¿Cuáles son sus daños? ¿Puede expandirse a otras regiones? ¿Cómo controlarla?

La Chicharrita del maíz ha saltado a la fama por ser el vector capaz de transmitir el agente patógeno de la enfermedad Spiroplasma kunkelii o Achaparramiento del maíz, una de las enfermedades más importantes que afectan a esta gramínea limitando significativamente su producción y rendimiento.

De nombre científico Dalbulus maidis es un insecto herbívoro del Orden Hemiptera que se alimenta de la base y axilas de las hojas, y de la parte inferior de las plantas. Vulgarmente llamada Chicharrita del maíz representa una de las principales plagas de este cultivo en zonas tropicales y subtropicales de Brasil, Colombia, Bolivia y Paraguay, incluyendo el norte de Argentina, y su relevancia radica en la exclusividad de alimentación por plantas del género Zea, incluyendo al maíz (Zea mays), donde completa su desarrollo y reproducción.

El aumento gradual de su incidencia en algunas regiones brasileñas fue motivo de preocupación, e impulsó la creación del Escuadrón de Combate Cigarrinha, una iniciativa respaldada por Bayer en colaboración con SIMA. Los datos relevados por el Escuadrón muestran un incremento significativo de la presencia de la plaga en dicho país: en mayo, se detectó en el 97% de más de 2016 trampas instaladas, en comparación con el 90% registrado en abril y el 86% en marzo.

El Escuadrón de Combate ya cuenta con más de 9 mil trampas en el campo, lo que corresponde a alrededor del 70% del área de cereales en Brasil, con más de 600 agentes de Bayer participando en el proyecto que ya está en su quinta cosecha. ¿Es posible un mayor expansión en nuestro país? ¿Deberíamos empezar a generar alertas tempranos? ¿Podría ser el Escuadrón una iniciativa a seguir? 

¿Qué es la chicharrita?

La primera detección de Achaparramiento del maíz en Argentina ocurrió en la década del ‘90 y desde entonces la enfermedad se ha observado con altas tasas de incidencia en la región norte del país. 

La principal característica de esta chicharrita es que logra transmitir al patógeno de la enfermedad Spiroplasma de manera persistente, es decir, una vez adquirido puede transmitirlo durante toda su vida, pero tan sólo un 10% de los individuos logran ser infectivos. De allí radica la importancia de controlar el tamaño de la plaga ya que la probabilidad de transmisión se incrementa con el aumento poblacional.

Es por ello que el modelo de control de la plaga en Brasil por parte del Escuadrón ha demostrado la eficacia de los monitoreos realizados a tiempo. “El aumento en la incidencia de la chicharrita del maíz refuerza la importancia de la atención continua en relación con la gestión del control integrado de plagas (MIP)”, menciona Marcelo Giacometti, Responsable de marketing de campo en Bayer. “Con la información del monitoreo en mano, nuestros clientes se dan cuenta de la importancia de utilizar datos para calibrar su estrategia de manejo de esta importante plaga”.

La Chicharrita causa daños de hasta 70% en rindes maiceros

Aunque desconocida para muchos, esta plaga empezó a hacer ruido en las últimas campañas argentinas por su gran potencial de multiplicación y expansión desde zonas endémicas -norte argentino- hacia el sur del país. 

En base a los últimos datos relevados en Argentina, de los 952 monitoreos por especie (maíz) realizados por los usuarios de SIMA, se registró un 18,4% de positividad de lotes con presencia de la plaga para el período fin de enero a principios de febrero, con focos localizados en NOA (Salta y Tucumán), NEA (oeste de Santiago del Estero y noroeste de Santa Fe); y una sorpresiva expansión hacia el centro y sur de Santa Fe. 

Avance de la adversidad Dalbulus maidis (Chicharrita del maíz) a través del tiempo. Fuente: SIMA

Su potencial de daño es realmente preocupante ya que puede causar pérdidas de rendimiento superiores al 70%. Una vez infectadas las plantas, el patógeno puede producir síntomas de enanismo por acortamiento de entrenudos, deformaciones fisiológicas como proliferación de mazorcas, mazorcas deformes o estériles, macollamientos o enraizamientos excesivos, y clorosis en las hojas que empiezan como manchas amarillentas en la base de las láminas y luego manchas rojizas en los márgenes de hojas adultas. 

Además de su rol como vector, las chicharritas causan por sí mismas daños  mecánicos considerables. Al alimentarse y en la oviposición producen lesiones en los tejidos tanto para succionar savia como para insertar los huevos, y consecuentemente estos daños repercuten en el crecimiento y rendimiento de las plantas afectadas al reducir el área foliar, provocar estrés hídrico y pérdida de materia seca, y en estadíos tempranos de plántulas pueden llevar a la mortandad con altas densidades de individuos, lo que es más probable en siembras tardías. 

Los daños económicos dependen del genotipo del maíz, del momento fenológico y de las condiciones climáticas en las que ocurre la infección del vector y transmisión del patógeno, pero generalmente los estadíos tempranos (entre V1 y V8) son el período de mayor susceptibilidad del cultivo. 

Analizando la base de datos de SIMA, los últimos monitoreos reflejan la mayor proporción de área afectada vegetativa en relación a otros estadíos. Tal es así que, el relevamiento para el período mencionado arroja un 96% de área afectada en período vegetativo versus un 2% en barbecho y tan sólo un 1,5% en floración. 

Porcentaje de área monitoreada por fenología del cultivo de maíz (Fuente: SIMA)

Por ello, es importante atender a las primeras apariciones e implementar controles precoces ya que las infecciones tempranas causan mayores daños. 

Las condiciones de sequía pueden aumentar el nivel de daño significativamente, mientras que una buena disponibilidad hídrica incrementa la resistencia de las plantas frente al ataque.

Recomendaciones para el Manejo Integrado de la Plaga

En la actualidad las únicas estrategias de control que existen son preventivas ya que en nuestro país no hay registro de productos fitosanitarios para su control químico. 

Algunas de las consideraciones para el manejo integrado son:

  • Siembra de materiales tolerantes a Spiroplasma: si bien existe variabilidad de respuesta entre genotipos, es la práctica con mejores resultados.
  • Manejo de fechas de siembra para escapar al pico poblacional: existe mayor susceptibilidad los primeros 30 días después de la emergencia. 
  • Control de densidad poblacional: eliminando maíces guachos, su principal hospedante para sobrevivir, y evitando siembras de maíz sobre maíz.
  • Tratamiento de semillas con insecticidas: contribuye a mantener bajas las poblaciones protegiendo al cultivo desde la emergencia y hasta los primeros estadíos vegetativos.