En un contexto favorable para los cultivos de invierno, la campaña 24/25 sugiere una siembra récord del país.
El 2024 pinta ser un año donde la siembra de cultivos de invierno en Argentina es una decisión estratégica por diversas razones que abarcan aspectos económicos, agronómicos y de mercado.
Después de la racha de 3 campañas consecutivas con sequía, la recarga de agua en los perfiles, los márgenes favorables y la necesidad de mantener gramíneas en los planes de rotación, hacen que la expectativa de siembra alcance uno de lo máximos récords de la última década, superando los 7,7 millones de hectáreas sembradas entre trigo y cebada (Ministerio de Economía de la República Argentina – Secretaría de Bioeconomía).
Foto: Trigo_plantulas
El trigo es un cultivo bien adaptado a las condiciones agroclimáticas de gran parte de Argentina, especialmente en la región pampeana, donde el suelo y el clima son propicios para su desarrollo. Su aporte a la gran industria molinera para la producción de harinas y sus subproductos, hacen del trigo un cultivo indispensable para la producción nacional.
Por su parte, la cebada es un cultivo versátil y relativamente fácil de cultivar que ofrece numerosos beneficios a los sistemas productivos, y dado su uso en la producción cervecera y otros alimentos, así como su valor forrajero para el consumo animal, es una excelente opción para incluir en la planificación anual.
Por otro lado, cada vez más la difusión e incorporación de cultivos de servicio hacen que el invierno también tenga más superficie ocupada. Estos cultivos están al servicio de los agroecosistemas brindando soluciones como la protección contra erosión, el control de enfermedades de los cultivos rentables, la fijación de nitrógeno atmosférico, la mejora en la estructura del suelo, la generación de abono, y el control de malezas entre otros usos. Algunos de los cultivos de servicio más difundidos en la región son gramíneas como avena, centeno y raigrás; leguminosas como la vicia villosa, lenteja y arveja; y crucíferas como nabos.
Un panorama con todas las de ganar
La posible influencia del fenómeno El Niño (ENSO) en condiciones neutras, traería mayores precipitaciones a la región, beneficiaría la siembra y el desarrollo de los cultivos de invierno.
De concretarse estas proyecciones, se espera que las precipitaciones sean de normales a inferiores de lo normal en la región pampeana -sobre todo en el extremo sur de Buenos Aires- y vengan acompañadas de temperaturas también inferiores a lo normal. A pesar de no esperarse lluvias en demasía para el ciclo invernal de los cultivos, la siembra se ve favorecida por las recargas otoñales que vinieron recibiendo. Si a esto se le suman temperaturas acordes para el crecimiento y desarrollo general de las gramíneas, ambas condiciones propiciarían una buena implantación y crecimiento inicial.
Imagen: Pronóstico para el trimestre junio-julio-agosto 2024 (Fuente: SMN Servicio Meteorológico Nacional)
En la presente campaña, la mayor intención de siembra también se ve favorecida por una coyuntura económica nacional y de mercados que empuja favorablemente hacia estos cultivos. En los últimos años la producción de cultivos de invierno se ha pensado y logrado con un mayor nivel de tecnología, y esto se observa particularmente en el aumento de ventas de fertilizantes nitrogenados y la mejor relación insumo/producto. Con estos números, los márgenes agropecuarios comienzan a ser más interesantes.
Respecto a la participación en las exportaciones, la situación mundial también inclina la balanza hacia el trigo argentino. Los 3 principales productores de trigo atraviesan condiciones que desestabilizan su producción triguera pero que ponen todas las miradas en Argentina. La baja de precios en Estados Unidos desmotivaron la superficie sembrada; luego Canadá y Estados Unidos presentan déficit de lluvias para el segundo trimestre en curso complicando el desarrollo del trigo de primavera; en Francia el estado de los trigos es muy malo debido a excesos de humedad durante el invierno; las intensas precipitaciones en Europa retrasaron las siembras y provocaron una retracción de la superficie; y por su parte Ucrania no logra reponerse de los conflictos bélicos y las restricciones financieras para los productores. En este contexto y con las condiciones climáticas y país a favor, dejan a la Argentina muy bien parada.
Argentina gana el mundial
Cuestiones tales como aspectos económicos, tecnología y buenas prácticas, seguridad alimentaria, e infraestructura y experiencia productiva, son las cartas con las que juega Argentina para ganar la partida.
Países importadores como Brasil, y otras regiones del mundo, representan mercados clave para el trigo argentino donde la demanda global se mantiene firme. Es decir que, si las previsiones económicas mantienen los precios favorables y atractivos en los mercados internacionales, el trigo puede ofrecer buenos márgenes de rentabilidad este año.
La experiencia del productor argentino y la infraestructura bien desarrollada, facilitan la comercialización, por eso, sembrar trigo también asegura el abastecimiento interno a la molinería y permite reducir la dependencia de importaciones, resultando en un balance de oferta y demanda positivo.
Por otro lado, el acceso casi permanente a nuevas variedades mejoradas y resistentes a enfermedades, así como a tecnologías avanzadas de manejo agronómico, el uso de herramientas de agricultura inteligente, permiten al productor argentino aumentar los rendimientos, ser más eficientes al producir, tomar mejores decisiones, anticipar los riesgos, optimizar recursos, y alcanzar mayores posibilidades de éxito.
El leitmotiv de los cultivos de invierno
La sostenibilidad, la diversificación, y la cobertura son el leitmotiv de los cultivos de invierno.
El trigo, la cebada, y otras gramíneas incorporadas como cultivos de servicio, proporcionan cobertura al suelo durante todo el invierno, lo que ayuda a reducir la erosión y a mejorar la conservación de humedad en el suelo en lo que representa la estación más seca del año.
Incluir en la rotación la siembra de diversas especies de invierno, ya sean gramíneas, leguminosas o crucífera, es una excelente opción porque ayudan a mejorar la estructura del suelo, reducen la presión de plagas, enfermedades y malezas, contribuyen en el secuestro de carbono reduciendo el impacto ambiental y mantienen la biodiversidad de los agroecosistemas.