Es uno de los principales lepidópteros del maíz que causa daños en rendimientos de hasta 50%. Conocer los grados de afección y su manejo son la clave para evitar mayores pérdidas.
La oruga militar tardía o gusano cogollero (Spodoptera frugiperda) es una de las plagas más importantes que afecta al cultivo de maíz. Se destaca por su capacidad para causar pérdidas significativas en el rendimiento del cultivo, llegando a provocar hasta más de un 50% de mermas productivas.
El término «militar tardía» se refiere al comportamiento de esta plaga, que ataca en amplios frentes y puede estar presente durante todo el ciclo del maíz. Este comportamiento puede ocasionar daños considerables en los cultivos, especialmente cuando ataca en etapas tempranas de crecimiento y estados reproductivos.
Cortadora, defoliadora y cogollera: tres males en un mismo envase
La oruga militar tardía ataca al maíz en cualquier etapa de su desarrollo. Los daños que causa pueden manifestarse de diferentes maneras dependiendo del estado de la planta y del comportamiento de las larvas.
En la etapa inicial del cultivo, puede actuar como cortadora, dañando las plántulas en la implantación. Esto puede resultar en pérdidas significativas si no se controla adecuadamente, ya que debilita la planta en su fase más vulnerable.
Durante las etapas vegetativas, puede convertirse en defoliadora, alimentándose del follaje y afectando el desarrollo del cogollo. Este tipo de daño puede reducir la capacidad fotosintética de la planta y comprometer su crecimiento y rendimiento final.
Las larvas también pueden causar daños directos al alimentarse de los granos en desarrollo, lo que resulta en pérdidas económicas para los agricultores. Este daño directo puede ocurrir tanto en las hojas enrolladas como en la espiga del maíz. En condiciones de sequía, puede incluso atacar el tallo de la planta, comportándose como una barrenadora que puede ser especialmente perjudicial en etapas reproductivas del cultivo, cuando afecta la formación y desarrollo de la espiga, disminuyendo significativamente el rendimiento del maíz.
Es decir que, a lo largo del ciclo del maíz, es capaz de reducir la capacidad fotosintética de las plantas, provocar la pérdida de granos y la disminución del peso de los granos. Por ello es importante reconocer los primeros signos de daño y actuar prontamente.
Clasificación de los daños por oruga militar tardía
Los daños del cogollero se clasifican en función de la escala de Davis, a través de la observación del porcentaje de plantas afectadas en relación con el tamaño de la larva presente en ese momento:
- Escala 1 a 3: es el estado óptimo de control, ya que la larva está expuesta y fácilmente accesible. Ocurre en los primeros estadios vegetativos del maíz y se manifiesta por el roído del parénquima de la hoja, sin llegar a perforar la lámina. Esta acción de roer crea pequeñas «ventanitas» en la hoja, que son fácilmente reconocibles y significa que las larvas están expuestas al insecticida aplicado, lo que facilita su control, pero sin monitoreos frecuentes puede pasar desapercibido. Por ello, el daño grado 1 es crítico para controlar eficazmente la plaga, y su detección temprana mediante un monitoreo regular es fundamental.
- Escala 4 a 6: se caracteriza por perforaciones en la superficie foliar del maíz, sin afectar directamente al cogollo. En este estado, la oruga militar tardía causa defoliaciones intensas, ya que el consumo de hojas es considerable.
- Escala 6 a 9: estado avanzado de infestación, cuando se detecta los daños ya son graves y resulta difícil de solucionar, e incluso irreversible. Suele ocurrir a partir del estadio V6 del maíz y se caracteriza por la afectación importante tanto de las hojas como del cogollo del maíz donde las larvas, debido a su alta ingesta, generan gran cantidad de excrementos conocidos como «aserrín», que actúan como tapón y protegen a la larva, haciéndola difícil de detectar y controlar. La aplicación de insecticidas en este punto se vuelve menos efectiva, incluso los sistémicos o de acción translaminar tienen dificultades para penetrar.
Es importante destacar que los maíces de siembra tardía o de segunda son los más susceptibles a este tipo de daño, ya que en esos ambientes el cultivo coincide con picos poblacionales de la plaga, lo que aumenta la probabilidad de un mayor ataque.
Siembras tardías: una decisión difícil de tomar
El aumento en las densidades poblacionales de la oruga militar tardía en Argentina en los últimos años ha sido motivo de preocupación para los agricultores, especialmente debido a su creciente impacto en los cultivos de maíz y sorgo.
En el caso específico del maíz, los ataques más severos suelen ocurrir durante la fase vegetativa inicial del desarrollo de las plantas, aproximadamente 30 días después de la siembra. Estos ataques pueden disminuir rindes entre un 30% y un 64%, y pueden requerir la aplicación de productos químicos, lo que, a su vez, incrementa los costos de producción.
Cuando la infestación de oruga militar tardía ya está instalada en el cultivo, los daños repercuten directamente en las etapas reproductivas. En la zona núcleo de Argentina, donde cerca del 50% del área cultivada de maíz se siembra tardíamente (entre noviembre y principios de enero) este fenómeno es especialmente relevante.
La siembra tardía busca asegurar una mayor disponibilidad de agua durante momentos críticos del ciclo de cultivo, como la floración, lo que puede elevar los techos de producción de granos. Sin embargo, también conlleva un aumento en la incidencia de la plaga que puede terminar afectando negativamente el rendimiento potencial adicional obtenido mediante la siembra tardía.
Por ello, el uso de aplicaciones químicas para controlar Spodoptera puede ser efectivo en daños leves, pero es importante considerar prácticas de manejo integrado para reducir la dependencia de fitosanitarios y minimizar los impactos ambientales como el uso de híbridos resistentes al gusano cogollero, monitoreo regular de las poblaciones de la plaga, y medidas de control biológico y cultural cuando sea posible.
Recomendaciones básicas:
- 1- Uso de materiales Bt: Los maíces Bt (Bacillus thuringiensis), modificados genéticamente para expresar proteínas insecticidas específicas, ofrecen protección continua contra las plagas objetivo, reduciendo la necesidad y uso de insecticidas convencionales y minimizando el impacto en organismos no objetivo, el impacto ambiental y económico.
- 2- Siembra de refugio: Es fundamental para preservar la eficacia de la tecnología Bt y evitar la resistencia en las poblaciones de la plaga. Se recomienda sembrar un refugio de híbridos no-Bt en una proporción del 10% del campo, con plantación simultánea y proximidad cercana entre plantas Bt y de refugio.
- 3- Rotación de cultivos: Ayuda a reducir la infestación de plagas, mantener la salud del suelo y mejorar la implantación del maíz, ya que dificulta su establecimiento y proliferación de las plagas, mantiene el equilibrio en la microbiología y estructura del suelo, contribuyendo a su fertilidad y productividad a largo plazo.
- 4- Manejo de rastrojos: La eliminación o descomposición de rastrojos y malezas antes de la siembra de maíz ayuda a reducir la población inicial de larvas y adultos de la Spodoptera frugiperda.
- 5- Monitoreo continuo y seguimiento del daño: Es esencial para detectar y manejar eficazmente la presencia de la oruga militar tardía en el cultivo de maíz, permitiendo una respuesta oportuna para minimizar los daños.
- 6- Control químico con insecticidas: Se recomienda tomar medidas de control químico cuando sea necesario, utilizando criterios específicos para el refugio y el maíz Bt, y evitando aplicaciones posteriores al momento óptimo para mantener la eficacia de los tratamientos.
Una combinación de técnicas integradas y un manejo cuidadoso son clave para un control efectivo de plagas como Spodoptera frugiperda en el cultivo de maíz, minimizando el uso de insecticidas y promoviendo prácticas agrícolas sostenibles.